Las historias de Romeo y Julieta, imágenes dulces y cuentos de hadas me parecen hermosas pero hay que ser realistas, estar a la vanguardia de los tiempos y al ajetreo diario al que somos sometidos día tras día. El amor no escapa de esta realidad, donde rara vez la gente se detiene lo necesario para darse cuenta del sentimiento que hay detrás de las palabras que no se dicen,de los besos robados, de los secretos que se esconden.
El amor de hoy, ha evolucionado y busca ser crudo, en bruto y tan intenso como las noticias que nos bombardea la prensa amarilla, de esos que van desde el descaro en complicidad hasta darle color a las mejillas y son la razón de las pulsaciones aceleradas.
No importa las veces que hayas estado en ese mismo lugar,siempre será territorio sagrado donde no se vive un amor lleno de tul rosado, no, se vive desordenado, demoledor, desconcertante, a carne viva con pasiones a tientas, miradas nubladas por el sudor, respiraciones agitadas que riman.
Se busca un amor sin prejuicio, valiente y que rompa el orden de las cosas, de las reglas costumbristas disfrazadas de moralidad de mierda. Un amor de esos que sólo tienen significado con la libertad.

Justamente eso refleja en sus fotografías Natalia Mindru, amores urbanos sin poses, vivos, celestiales y salvajes en su mundo, donde encuentra una razón para creer en el amor verdadero, incondicional.
Tienes que estar dispuesto a la exclusividad, a ser un caracol, a olvidarte del reloj de arena para poder descubrir la belleza de lo oculto, el misterio de los lunares en la espalda y la cicatriz en la cadera, de lo contrario sólo estarás dispuesto a mirar la superficie de un iceberg que se derrite a oscuras.
FIN.