La voz de mi isla suena y retumba ¡BOOM BOOM!
por encima de los tambores que identifican a nuestra
alma y espíritu danzante que no para de soñar.
Va cansada arrastrando con coraje, la dignidad y pudor que mil
veces han intentado quitarle, la que aún le queda.
Buscando siempre la manera de que su voz se escuche a pesar
de ser mancillada, saca las garras y defiende lo que le pertenece
carga consigo a cuestas una historia de sangre, de entrega.
A solo horas para 169 años de romper las cadenas y proclamarnos libres
la voz de mi isla trata de aferrarse con firmeza a sus valores; por mas que
desdeñen eso que nos identifica como «dominicanos» existe una realidad
y es que a pesar de los descalabros sociales que padece y del vestido
moral que viste con mas caretas que un carnaval, abraza con recelo sus raíces
y defiende el tricolor que lleva tatuado en la frente.